deseos y gatitas

Me asaltaron casi en la puerta de casa.

―¿Es tuya? ―preguntó la mujer señalando a la chica que estaba en la otra acera: la joven parecía estar en esa época en que crecen de golpe y toda la ropa les queda pequeña y ajustada, pobrecillas…

―Eh… no, no es mía. Pero no me imp

―Es que hace rato que viene siguiéndome, bueno, más a mi hija que a mí… y la verdad es que no parece callejera.

Y até cabos. Aproveché que mi mirada había llegado ya hasta las caderas de la chavala, para bajar un poco más y entonces vi el gato. O la gata. Debía de  ser una gata lesbiana y con buen gusto, no la culpo, yo también la habría seguido de haber podido.

―… tengo seis más en casa…

La madre seguía hablando.

―¿Seis más? ―pregunté―¿Cómo ésa?

Comencé a pensar en probabilidades matemáticas y vitaminas. Sí, ya sé que se refería a gatos y no a hijas pero a veces no puedo controlar mi cabeza. Simplemente, no puedo. Estaba claro que la mujer ya tenía suficiente con tener que cuidar de seis gatos y una bomba hormonal así que aprovechó un momento en que me agaché a acariciar al felino para escaquearse llevándose a su hija y dejándome con el cargo de conciencia de decirle al bichejo que no podía venirse conmigo.

Hacía calor y entré en casa pensando en la última cerveza que quedaba en la nevera y en la cocina me encuentro con que la gata se la estaba bebiendo, se la había servido en una taza de café y la sorbía con delicadeza, la muy cafre.

―¿Un tragito?

―Nah, gracias, ¿qué haces aquí?

―Tomar una cervecita.

―No… si eso ya lo veo, pero ¿cómo has entrado aquí?

―Es que soy una gata mágica, y he venido a decirte que perdiste tu oportunidad. Si me hubieras llevado contigo, si te hubieses preocupado por mí y no por esa jovencita

―Pero es que estaba muy buena… y tú… tú eres un gato.

―Una gata.

―Para el caso es lo mismo. Si crees que voy a hacer distinciones porque seas una

―Si me hubieses llevado contigo habría podido concederte cualquier deseo…

―¿Y has venido sólo para echármelo en cara? ¿Y encima te bebes mi cerveza? Qué mala idea tienes, ¿no?

―Tú sabrás, es tu cuento.

―Entonces ―me envalentoné―, puedo hacer que me concedas igualmente el deseo.

La gata se echó a reír:

―Claro, lo que quieras. Total, en cuanto le des al “guardar como” todo va a seguir igual.

Joder, que terca es la realidad.

4 Responses to deseos y gatitas

  1. jasev says:

    Terca no sé, pero desde luego es un asco. Siempre lo he dicho.

  2. blaitheone says:

    No te lo voy a negar, la vida es un asco, pero de momento sigo sin querer lavarme…

  3. jasev says:

    No me refiero a la vida sino a la realidad. Los que vivimos fuera de ella somos muy felices.

  4. blaitheone says:

    ¡Ups! Me di cuenta del lapsus freudiano en cuanto cliqué «enviar comentario». Vivir fuera de la realidad es peligroso, algunas de las realidades más placenteras que conozco son una auténtica asquerosidad, y no es fácil renunciar a ellas…

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